La manzana tiene muchos beneficios para nuestra salud. Algunos de los estudios realizados en Finlandia han demostrado que nos proteje del infarto y varios tipos de cánceres, entre ellos el cáncer de pulmón. A ello contribuye la quercetina, que es un podederoso antioxidante, que evita el envejecimiento de los tejidos y mantiene en perfecto estado al sistema inmunológico y que, además, tiene propiedades antiinflamatorias y anticancerígenas.
Protege nuestro cerebro de enfermedades como Parkinson y Alzheimer.
La manzana contiene una fibra soluble llamada pectina, que disminuye los niveles elevados de colesterol y regula la glucosa en sangre, por lo que es una fruta segura para los diabéticos.
También regula la función digestiva. Comer manzanas estimula el funcionamiento intestinal y esto contribuye a la purificación porque ayuda a sentirse saciado antes y durante más tiempo y puede aliviar el estreñimiento crónico. El estreñimiento impide que el cuerpo se libere de toxinas y puede provocar trastornos más graves, desde hemorroides hasta cáncer de colon. También puede aliviar la diarrea. Para el estreñimiento la manzana se come cruda y con su piel y para la diarrea se toma en puré, asada, cocida, al horno, etc.
También protegen nuestros dientes, porque al morderlas contribuyen a mantener limpias las encías, eso sí, hay que limpiarlas muy bien con agua para quitar los químicos que puedan tener.
La manzana también es beneficiosa para inflamaciones renales, hidropesía, enfermedades del corazón y vasos sanguíneos, anemia, ácido úrico. Favorece a riñones, corazón e hígado (debido a su contenido en cisteína).
La manzana ayuda a mejorar la memoria y activar las funciones cerebrales gracias al contenido de fósforo.
La pobreza de la manzana en sal y en proteínas puede ser ventajosa para reforzar un régimen de adelgazamiento.
Comer una manzana al día protege contra las infecciones.